En esta segunda jornada del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria se han podido ver varias películas de la Sección Oficial que dejaron buenas vibraciones, y también empezaron los ciclos dedicados a los directores Bernard Émont y Sergei Loznitsa.
Había mucho para elegir, como siempre, con hasta cinco proyecciones simultáneas. El pase de las 09.30 horas (el de los madrugadores) estuvo dedicado a The Loneliest Planet, segundo trabajo de ficción de la realizadora Julia Loktev. Puede que la presencia de Gael García Bernal constituya el mayor reclamo de esta película, pero es la pelirrojísima Hani Furstenberg quien desde el primer fotograma coloca sobre la mesa su candidatura al premio a la mejor actriz (este tipo de quinielas son bastante absurdas, desde luego, ¿pero quién se resiste?). Y sí, canta "El señor don Gato" en inglés, que tiene su mérito.
'The Loneliest Planet' |
Sobre esta historia de dos jóvenes que viajan a Georgia recorriendo largas distancias junto a un guía lacónico y un tanto misterioso sobrevuela la sombra de El desprecio de Godard por lo que tiene de disección de una pareja en principio bien avenida. Además, la trama presenta elementos suficientes como para haber derivado hacia un thriller al uso (incluso ese es el género que se le adjudica erróneamente en la Internet Movie Database). De ahí el mérito de Loktev al eludir cualquier salida fácil haciendo que esos referentes se desdibujen, hasta el punto de que finalmente la comparación más adecuada sea quizá con el cine de Kelly Reichardt.
Luego tocó descubrir Nana, la curiosa propuesta de la francesa Valérie Massadian. Tenemos aquí a una niña de cuatro años que es un encanto y vive en el campo con su madre, así que el éxito de público parece garantizado. ¿O no? Lo cierto es que algo turbio flota en el ambiente, aunque en vez de un drama de envoltura amable deberíamos hablar de un intento de presentar sin manipulaciones la reacción de la pequeña ante aquello que no puede comprender.
Y de la infancia temprana retratada en Nana pasamos a los bebés que abarrotan las salas de un hospital público de Manila en Bahay Bata, del filipino Eduardo Roy Jr. Es esta a buen seguro la película más accesible (en el buen sentido de la palabra) de las presentadas hasta ahora en la Sección Oficial, ya que prescinde de alardes técnicos o narrativos para acercar con éxito al espectador los desvelos de las enfermeras del hospital.
Por último, era casi obligatorio sacar algo de tiempo para los primeros títulos programados de los dos cineastas a los que se rinde homenaje en esta edición del festival. Espero ver alguna otra parte de la trilogía de Bernard Émont sobre las virtudes teologales del cristianismo (que él reivindica desde su postura agnóstica como herramientas para la subversión del orden vigente), pero de momento La novena confirma que en el cine de este director de Quebec subyace un humanismo de ambiciones espirituales sin trampa ni cartón.
Más austera todavía, entrando de lleno en lo espartano, se presenta la obra documental del bielorruso Sergei Loznitsa. Con decir que The Train Station muestra durante veinte minutos a los adormilados viajeros que esperan y esperan por el tren en una pequeña sala... Loznitsa pone delante de nuestras narices los tiempos muertos que dan pánico a muchos directores y nos sumerge en una especie de limbo alucinado, prescindiendo de todo lo accesorio: se trata de imágenes en blanco y negro, sin música y sin narración, complementadas solo por sonidos ambientales como los ronquidos.
'Blokada' |
El apartado sonoro también sobresale en Blokada, con imágenes de archivo del cerco de Leningrado. La aportación de Sergei Loznitsa fue en esta ocasión la de seleccionar entre las seis horas de material disponible, ordenarlo en episodios sin respetar necesariamente la cronología y reconstruir con minuciosidad el sonido ausente en las grabaciones originales, cada pisada y cada explosión. El resultado plasma la vida antinatural de una ciudad asediada, en la que resulta habitual encontrar cadáveres tendidos en la calle. Y siempre sin dar explicaciones, porque como plantea Loznitsa, ¿cómo explicar lo incomprensible de la guerra?
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